MUJER Y PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA
MUJER Y PARTICIPACION DEMOCRATICA
Queremos participar de la política, no para comernos parte del pastel sino para cambiar la receta.
La democracia representativa en nuestro país está en crisis y se vislumbra, aunque todavía un tanto lejos, el advenimiento de una democracia participativa en la que autoridades del sector público y las organizaciones del sector no gubernamental y privado, asumirán la responsabilidad paritaria de diseñar las políticas públicas, bajo principios de solidaridad y equidad, para la protección del ejercicio de derechos humanos que permita a todos quienes componen la sociedad, la digna satisfacción de sus necesidades espirituales, culturales, sociales y económicas.
Una nueva y más justa sociedad, que reclamamos todos y todas los ecuatorianos, implica la necesidad de introducir como principios válidos y enriquecedores, las diferencias y la diversidad; implica construir una ciudadanía para quienes tradicionalmente han estado excluidos y su pensamiento y aspiraciones no han sido tomados en cuenta en la toma de decisiones que afectan a toda la comunidad.
Las mujeres somos uno de los grupos excluidos y, aunque el derecho al voto lo tenemos desde 1906 y de forma obligatoria desde 1961, la democracia electoral, no ha sido garantía de democracia real: han sido sólo papelitos que se depositan en las urnas en medio de una “fiesta cívica” donde se manipula la ignorancia, la necesidad, con apabullantes sumas de dinero.
Las mujeres queremos estar presentes en los sitios donde se toman decisiones pues estamos cansadas de que nuestros hijos e hijas tengan como opción primera, emigrar para poder satisfacer aspiraciones y necesidades. Creemos que es pecado que en un país tan rico en recursos naturales, más de un 42% de nuestra niñez sufra desnutrición, el promedio de escolaridad sea apenas de 6 grados, el 65% de mujeres y niños sufra maltratos, el 60% de nuestros ancianos y ancianas no tenga acceso a ningún tipo de seguridad social. Es hora de que el pensamiento de las mujeres –que está más pegado a los hijos, por naturaleza – se junte con el pensamiento de los hombres para que hayan equilibrios en las decisiones de política social y económica que se tomen, en todos los ámbitos del quehacer nacional.
Para incorporar a las mujeres a la actividad política, hubo necesidad de tomar una medida de acción positiva, consideradas a nivel internacional, como instrumentos verdaderos y válidos, que han ayudado a romper los obstáculos estructurales que existen en la sociedad que impiden la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Esta medida, fue la reforma a la Ley de Elecciones anterior, que se introdujo para que las mujeres, de manera obligatoria y en forma alternada y secuencial, participen en las listas de candidaturas pluripersonales, en forma progresiva, hasta llegar al 50%, luego de lo cual, la medida desaparecería.
Los partidos políticos entonces, en lugar de ver en esta medida una oportunidad para renovar liderazgos, para estar más cerca y comprender las aspiraciones y necesidades del pueblo, vieron una amenaza. Claro, toda medida que tiende a quitarle el poder a alguien para compartirlo, es combatida Hace algunos años, esta medida, conmovió a la clase política tradicional, revolucionó las estructuras mentales patriarcales que pensaban en la mujer como una persona legalmente incapaz, que tenía que pedir permiso al padre y después al marido, para pensar, para estudiar, para hablar, para ejercer el comercio. Aún hoy hay un sometimiento terrible al varón, sólo por el hecho de ser hombre: “aunque pegue o mate, marido es”.
La Constitución de Montecristi, establece claramente cambios positivos hacia la integración plena de la mujer a la vida de la nación en todos sus ámbitos pues, a diferencia de la Constitución anterior, no tiene artículos específicos a favor de los derechos de la mujer sino que los estipula de manera transversal y los visibiliza aún en el manejo del idioma. Es importante resaltar que la Constitución recoge el planteamiento de las mujeres al consagrar como un principio de aplicación de derechos “las medidas de acción afirmativa que promuevan la igualdad real a favor de los titulares de derechos que se encuentren en situación de desigualdad.” Y, en materia electoral, ya no regirá la norma temporal que se incluyó en la Ley de Elecciones pues hoy es una norma constitucional permanente la que obliga a los partidos y movimientos a organizar las listas de candidatos pluripersonales con “paridad y alternabilidad entre mujeres y hombres”.
Las normas constitucionales nos han dado todos los derechos que veníamos reclamando por siglos pero, su ejercicio implica asumir responsabilidades. Comienza pues ahora, una nueva etapa de mayor preocupación de las mujeres en aportar ideas, planteamientos, soluciones para una sociedad más justa, digna y solidaria en la que nuestros hijos e hijas sean los beneficiarios del bienestar y del desarrollo. Es imprescindible pues, que las mujeres nos organicemos y nos capacitemos para asumir los nuevos roles, especialmente cuando la Constitución nos conmina a participar de manera protagónica en la toma de decisiones y gestión de los asuntos públicos así como en el control de las instituciones de la sociedad y del Estado.
Afirmamos que la política si es asunto de mujeres pues nosotras, como madres, tenemos que velar por el “buen vivir” de nuestros hijos e hijas para lo cual debemos llegar a los puestos donde se toman decisiones para crear las condiciones para que ello suceda. Queremos participar de la política, no para comernos parte del pastel sino para cambiar la receta.