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EL ÁNGEL COJO.- – Cecilia Calderón
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EL ÁNGEL COJO.-

EL ÁNGEL COJO.-

Angelita era una niña muy bonita, especialmente bonita o al menos así pensaban sus compañeras de colegio, pues a diferencia del resto, era de pelo muy clarito y de ojitos celestes. Pero también era buena, agradable, risueña, lista para ayudar a los demás aunque introvertida y algo tímida, lo que hacía que todos la quisieran a pesar de que siempre andaba como en el aire.   Quizás el hecho de ser la cuarta entre siete hermanos, le hacía tener esas características, así como el de tratar de pasar desapercibida.  Siempre pasa así, los de la mitad, los niños sánduches! En este caso, las tres hermanas mayores no la tomaban en cuenta para sus planes por pequeña y la atención de su casa se centraba en  los hermanos menores, los más chiquitos, los bebés.-  Sin embargo de tantos méritos, a Angelita se la tenía como una linda, buena, pero sin mucho cerebro pues no le gustaba para nada estudiar, nunca sabía las lecciones ni llevaba los deberes.  Parecía que andaba volando por las nubes de otro planeta.

Un día, la profesora de sexto grado, les dijo a las niñas que tenían que escribir un cuento.  Anunció que en una semana  leería  en la clase los mejores cuentos.-  A cual más se esmeró en exprimir su fantasía para contar historias, parecidas a los cuentos que tanto habían leído.  Todas esperaban con ansias el día para oír el cuento  ganador y casi que apostaban que el mejor sería el de la niña más aplicada, la que siempre sacaba las mejores notas.

Para sorpresa de todas, la profesora proclamó el cuento de Angelita como el mejor.  Y leyó uno de los cuentos más lindos y que parecía tan real.  Se llamaba el Ángel Cojo.- Angelita contaba que en el paraíso de Dios, en el cielo, donde habían muchos angelitos bellos y felices, había uno muy curioso que le encantaba asomarse a la Tierra para ver a las personas, las plantas, los animales, los ríos.  Este angelito gozaba viendo a los niños y niñas jugar, correr, saltar, hacer rondas.  Angelita describía tan bien el gozo de vivir en el Paraíso y al mismo tiempo las ganas del angelito de mezclarse con esos niños cuyos juegos envidiaba.    El cuento decía que, ensimismado el angelito viendo a los niños y niñas de la Tierra y tratando de imitar sus brincos y piruetas, perdió el equilibrio y se cayó a la Tierra, tropezó en una piedra y quedó cojo.  Así cojito, no pudo regresar al cielo pero Dios puso en su camino a una madre, que lo acogió como a un hijo y le dio tanto amor, que no lamentó separarse de sus compañeros de Cielo. Aunque a veces sí que los  extrañaba, especialmente cuando sus hermanas o sus compañeras le hacían bromas no tan agradables.

Siempre creí que Angelita era ese ángel cojo que cayó del cielo.  ES que si Angelita andaba por ahí ensimismada, dulce y buena, como en las nubes siempre, era porque  se elevaba a su antiguo hogar, no de otra manera pudo haber descrito tan bien los juegos de los ángeles del cielo.

El tiempo pasó y Angelita siguió igual de buena, bonita pero siempre entre nubes.  Sé que Angelita ahora es bisabuela y cuenta muchos cuentos de su vida, no todos tan bonitos, pero siempre terminan con un final feliz porque en sus historias, el amor es la línea conductora de sus fantasías y realidades.

 

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