EL DELFÍN DE POSORJA: CRÓNICA DE UNA DESAPARICIÓN ANUNCIADA

Uno de los atractivos turísticos muy visitado en Posorja es un enorme delfín, construido como un monumento de homenaje a estos nobles animales cuyos saltos y brincos  son la delicia de chicos y grandes que van a pasear por esteros y orilla del mar de esta parroquia del cantón Guayaquil.

Los autores de esta majestuosa construcción, son miembros de la COMUNA DATA DE POSORJA, que tienen sus casas en este sector.   Pero, estas personas están muy preocupadas porque la comisaria Sexta Municipal, del GAD de Guayaquil con asiento en Posorja, ha decretado “la demolición” del monumento gigante.  El argumento de la funcionaria municipal es que la dirigencia la Comuna no ha solicitado el permiso de construcción, ni la Marina ha legalizado la permanencia de esta construcción en la playa; además acusa a la Comuna de no tener legalizado sus documentos de propiedad.

Por supuesto, la Comuna se ha opuesto a la resolución de la Comisaría Municipal, aduciendo que ellos tienen la propiedad de de los terrenos de este sector, concedida por el Ministerio de Agricultura mediante  acuerdo ministerial No.021 del 10 de abril del 2010, ratificado por la Corte Provincial del Guayas mediante sentencia del 27 de julio de 2011. Y que, si bien no pidieron el permiso al GAD de Guayaquil, la falta amerita una amonestación y una multa pero que no la demolición de un monumento que rinde homenaje a los delfines y que no daña a nadie, más bien produce alegría.

Sin embargo, creo que  este asunto va más allá de la decisión firme de la Comisaría Municipal de Posorja de exigir que se demuelan las edificaciones de cualquier índole que no hayan tenido el permiso del GAD de Guayaquil.   Las tierras donde está el gigante monumento del delfín y las casas de unos 200 comuneros,, son tierras muy apetecidas y que han adquirido un nuevo valor por la construcción del Puerto de Aguas Profundas en Posorja.  Antes de que esas tierras pasaran a ser propiedad de la Comuna por legalización de la posesión ancestral, eran tierras del Estado.

El señor Alcalde deberá conocer este asunto y dirimir con equidad pues no sería justo que se proceda a gastar dinero público para demoler una obra que adorna la playa de Posorja porque los promotores de la misma erraron en el procedimiento de pedir permiso pero tuvieron muchos aciertos, como es el rendir homenaje a los delfines, promover el turismo y otros emprendimientos productivos que surgen en torno a esta obra que sólo saca sonrisas y fotografías de quienes la visitan..

Mientras tanto que el señor Alcalde y los funcionarios del GAD Guayaquil analizan este tema, el Delfín Gigante espera su muerte anunciada.