EL HELADERO IMPERTINENTE

Una de las historias que más nos gustaba a mis hermanos y a mí, era la del HELADERO IMPERTINENTE.  Nos matábamos de risa  y le pedíamos a nuestro papi que la repita una y otra vez.

Contaba que alguna vez, hace muchos años, cuando no había energía eléctrica, los curas de pueblo, aunque alzaban mucho la voz al dar la misa, su sermón llegaba casi confuso hasta quienes se sentaban en las últimas bancas. Fuera de la Iglesia, se quedaban algunas personas, entre ellas,  vendedores de baratijas y de distintas delicias, que con tremenda voz de pregoneros, motivaban  la compra de sus productos.-

El heladero Herminio, hombre muy popular en el pueblo, cada tarde aparecía gritando por las calles, -A vender los helados!!! – Heladitos de leche!!! Heladitos de leche de vaca negra y hueeeevos de gallina patuchaaaa!!.-  Sin embargo, los domingos, se paraba frente a la puerta abierta de la pequeña Iglesia, a esperar que salieran los feligreses de la misa.

Un domingo, el cura se había preparado para un sermón motivador.-  En su alocución, hacía una pausa y decía –¿A qué vino Dios al mundo?  Silencio sepulcral… Y de repente, una voz resonó:  -A tomar helados, A tomar helados…!    -Murmuraciones en la sala.-  El padrecito medio se descompuso pero luego retomó la prédica:  – ¿De qué está hecha el alma humana? …. Y toda la audiencia enmudecía…  Y, de atrás una voz:  –  De coco y leche, de coco y leche.-  El pobre padre ya no pudo más de la indignación y dice:  – ¿Quién es ese malcriado que me interrumpe y profiere sacrilegios!!!  — Se va el heladero!!! se va el heladero!!.-  Contestó una voz que se alejaba.-

La risa fue total en la Iglesia, el mismo curita se rió, pasó el momento del drama y la gente con mayor atención escuchó la prédica.-  A la salida, todo el mundo comentaba mientras se comían los ricos helados de coco y leche de vaca negra.