VIRGEN DE LA ASUNCIÓN
VIRGEN DE LA ASUNCIÓN
Nos enseñaron a amarte,
Las madres de la Asunción.
Nos contaron tus desvelos
Con el niño juguetón
Y que fue como una espada
Clavada en el corazón
La pasión que él soportara
Sólo por darnos su Amor.
Con lágrimas en los ojos,
Alzábamos la mirada:
“Virgen madre,
Virgen pura,
Vida, esperanza y dulzura
Del alma que en ti confía,
Madre de Dios, madre mía.”
“Las madres nunca te olvidan,
Te llevan siempre presente”
Por eso te pedíamos
En la capilla silente:
“Aunque mi amor te faltare,
Tú no te olvides de mí.”
Simplemente eras María,
La madre, la consejera,
La tierna consoladora,
Refugio de nuestras penas.
Hoy la gente se confunde
Entre tanta advocación,
Que no, que eres la Mater,
Que no que de Fátima voló,
Que no que es la Inmaculada,
Que no, que es la del Carmelo,
La de Chilla, la Churona,
De América, Guadalupe.
Simplemente eres la Madre,
Y no vienes sino que estás,
Siempre tendiendo tu manto,
Para proteger del mal;
Arrúllanos en tus brazos
Para la vida llevar,
Y danos tu fortaleza
Para volver a cantar:
“Que nuestras almas,
Puras y ardientes,
Espejo sean de tu luz,
cuando nos vean,
De Ti se acuerden,
Y por Ti vayan a Jesús.”