Mi abuelita siempre aconsejaba no meterse en camisa de once varas. Pero, cada vez que ella lo dec\u00eda, yo me imaginaba una camisa gigante, dificil\u00edsima de pon\u00e9rsela; especialmente pensaba en abotonar semejante largura si me costaba tanto a m\u00ed cerrar los botones de la camisa blanca de uniforme! Luego me imaginaba envuelta en semejante camis\u00f3n con la cual no podr\u00eda ni caminar pues me enredar\u00eda a cada paso y caer\u00eda al suelo. No, yo ser\u00eda obediente, no me meter\u00eda en semejante camisa, especialmente despu\u00e9s de haber sufrido una tremenda verg\u00fcenza cuando en el Colegio, me toc\u00f3 el turno de ir a la roper\u00eda donde la monjita nos probaba los uniformes: -S\u00e1quese el sueter! Hab\u00eda dicho y del susto de esa voz de sargento enojado, comenc\u00e9 a tratar de abrir el bot\u00f3n de m\u00e1s abajo y luego ir subiendo despacito uno por uno hasta el de arriba. Me sudaban las manos cuando un manot\u00f3n me las quit\u00f3 del sueter y con una rapidez asombrosa, abri\u00f3 todos los botones, me sac\u00f3 el sueter y dec\u00eda para s\u00ed: estas ni\u00f1itas engre\u00eddas que ni siquiera saben que la ropa se desabotona de arriba abajo.
\nAs\u00ed, entend\u00ed f\u00e1cilmente que no meterse en camisa de once varas, significaba no meterse en algo para lo cual no se estaba preparado y que, en lugar de satisfacci\u00f3n, traer\u00eda desasosiego, problemas, amargura. No quer\u00eda nunca m\u00e1s pasar semejante verg\u00fcenza de que me digan inepta!
\nUn d\u00eda, comentaban las t\u00edas, la abuelita, las hijas y o\u00edamos las nietas, que el m\u00e1s guapo de la casa, reci\u00e9n graduado de Economista en la Universidad! El primer profesional graduado! El orgullo de las t\u00edas solteras a quienes galantemente invitaba a pasear en su carro! \u00a1Que se iba a casar! Que ella era una chicuela preciosa, de una importante familia manabita! \u00a1Que estaban perdidamente enamorados! Y cosas as\u00ed. Sin embargo, la t\u00eda m\u00e1s vieja dijo \u2013 Pobre ni\u00f1a! No sabe que se mete en camisa de once varas! En ese momento pel\u00e9 los ojos, me lati\u00f3 el coraz\u00f3n con fuerza y fui toda o\u00eddos pues me corri\u00f3 un aire fr\u00edo por la espalda. Nadie coment\u00f3 nada.- Intrigada yo, me atrev\u00ed, -\u00bfPor qu\u00e9, t\u00eda Malena, se mete en camisa de once varas? Pregunt\u00e9.- Sali\u00f3 al paso la t\u00eda Pilita para decir que lo que pasa es que ella era muy joven, ten\u00eda apenas 15 a\u00f1os y a\u00fan jugaba con mu\u00f1ecas y – Casarse es asumir muchas y dif\u00edciles responsabilidades, dijo. \u2013Adrianita ha sido muy consentida en su casa y no sabe ni hacer agua hervida! Meti\u00f3 cuchara un t\u00edo que estaba escuchando la conversa de las mujeres y dijo: -Ah! Eso lo arregla la camisa de once varas! \u00bfLa camisa? \u2013dijeron todas.- Si, dijo don Pepe, les voy a contar lo de la camisa poderosa de once varas.- He aqu\u00ed el cuento:
\nHab\u00eda una vez una chica que era pretendida por un guapo y trabajador gal\u00e1n que la llevaba unos diez a\u00f1os en edad. El quer\u00eda casarse muy r\u00e1pidamente y ella le daba de largas. Aunque Carlota \u2013que as\u00ed se llamaba la joven- se mor\u00eda de amor por este \u201cbuen partido\u201d \u2013como dec\u00eda su mam\u00e1- no quer\u00eda casarse de puro miedo a tener que convertirse en el ama de su casa pues no estaba familiarizada con las tareas dom\u00e9sticas. Ella le dec\u00eda a su novio, pero Sixto, es que yo no s\u00e9 cocinar!.
\nSixto galante\u00f3 m\u00e1s y m\u00e1s a Carlota que se rindi\u00f3 a sus s\u00faplicas pero s\u00f3lo cuando \u00e9l le dijo que ten\u00eda una camisa de once varas que era m\u00e1gica! Que quien se la pon\u00eda, activaba la magia y la camisa cocinaba solita, que no se preocupe que la camisa se encargar\u00eda de la cocina.-
\nAs\u00ed, se casaron, hubo una ceremonia hermosa y una reuni\u00f3n familiar espl\u00e9ndida para celebrar a los novios. Se fueron de luna de miel a Quito y, se instalaron en una preciosa casita en el mismo pueblo familiar. El primer d\u00eda despu\u00e9s de la boda, y cuando Sixto se desped\u00eda para ir al trabajo, Carlota con muchos mimos le dijo que se acuerde de dejarle la camisa que le prometi\u00f3.- Fue Sixto y le dio una camisa enorme, blanca.- Llegado el momento de hacer la comida, Carlota se la puso y dijo: -camisita, camisita, haz tu magia para hacer un arroz! Y nada, nada de nada pasaba.- Con m\u00e1s vehemencia Carlota sigui\u00f3 rog\u00e1ndole y nada. Entonces, Carlota dijo, mira camisa, hagamos un trato, yo saco el arroz, lo escojo y lo lavo.- Ahora t\u00fa haz el resto.- As\u00ed dicho, Carlota midi\u00f3 dos tazas de arroz, las reg\u00f3 sobre la mesa, separ\u00f3 las madres, las piedritas, las basuritas y puso el arroz en un taz\u00f3n.- Volvi\u00f3 a rogar a la camisa! Y nada.- Entonces le dijo, camisita voyi a ayudarte un poco m\u00e1s, yo lavo el arroz y t\u00fa sigue con el resto.- As\u00ed dicho, lav\u00f3 el arroz varias veces hasta que el agua sal\u00eda clarita.- Puso el taz\u00f3n sobre la mesa y rogaba, rogaba a la camisa y nada.- As\u00ed, lleg\u00f3 el marido y le dijo, Hola mi Gatita Carlota, por favor, s\u00edrveme el rico arroz que me muero de hambre. Carlota muy compungida le dijo que la camisa no hab\u00eda querido obedecerla y que no hubo magia y por tanto no hab\u00eda arroz.- Sixto, muy tranquilo dijo: – Pero qu\u00e9 camisa m\u00e1s vaga y caprichosa, hay que castigarla. Ponte la camisa.- Carlota se la puso de inmediato. Entonces Sixto cogi\u00f3 una vara y le peg\u00f3 dos azotes a la camisa, mientras la reprend\u00eda por no hacer la comida. Carlota llor\u00f3 y llor\u00f3 toda la tarde.- Al d\u00eda siguiente, Sixto se alistaba para salir a trabajar y le dijo a su mujer, -Carlota, all\u00ed est\u00e1 la camisa, ahora si que tendr\u00e1 que cocinar.- Carlota cogi\u00f3 a la camisa, la acarici\u00f3 y le dijo camisita linda, preciosa, ahora s\u00ed tienes que cocinar puesto que despu\u00e9s te castigan. Se puso la camisa y esper\u00f3. Nada suced\u00eda.- -Camisita, camisita, por favor, yo te ayudo.- Yo medir\u00e9 el arroz, yo limpiar\u00e9 las impurezas, yo lo lavar\u00e9 y pondr\u00e9 agua con sal a hervir pero, t\u00fa haces el resto! Efectivamente, hizo lo que ofreci\u00f3 y rog\u00f3 a la camisa que hiciera el resto. \u2026Pero nada! La camisa segu\u00eda imp\u00e1vida, sin querer desatar su magia.- Lleg\u00f3 Sixto a comer y muy contento se puso esperar en la mesa.- Carlota, le hizo ver que ya estaba el arroz lavado, que el agua estaba hirviendo pero que la ociosa, inepta camisa, no hab\u00eda querido hacer la magia de cocinar.- Sixto le dijo, ponte la camisa que la voy a castigar m\u00e1s duro! No, No, grit\u00f3 Carlota, perd\u00f3nala esta vez, quiz\u00e1s est\u00e1 cansada, dale chance hasta ma\u00f1ana. Sixto perdon\u00f3 a la camisa y los esposos se fueron a comer donde una t\u00eda.- Al tercer d\u00eda, Sixto se fue temprano, dando instrucciones a su mujer de que no permitiera a la camisa m\u00e1gica ser ociosa.- Lleg\u00f3 el momento de cocinar y Carlota se puso la camisa, cogi\u00f3 dos tazas de arroz, las vir\u00f3 sobre la mesa, sac\u00f3 las madres, luego recogi\u00f3 el arroz en un taz\u00f3n, lo lav\u00f3 muy bien mientras herv\u00eda el agua en la hornilla.- Puso el arroz, la sal, tap\u00f3 la olla y a esperar la magia! Mientras hac\u00eda las cosas dec\u00eda, camisita camisita, hoy no te van a castigar, yo cubrir\u00e9 tus faltas.- As\u00ed, cuando lleg\u00f3 Sixto, pidi\u00f3 la comida y Carlota le sirvi\u00f3 un delicioso humeante arroz! Qu\u00e9 bien funcion\u00f3 la magia de la camisa ahora-dijo.- Ponte la camisa Carlota que la voy a abrazar!
\nDespu\u00e9s de la historia, todas las se\u00f1oras protestaron y dijeron que no habr\u00eda camisa m\u00e1gica para los nuevos esposos porque se turnar\u00edan en ense\u00f1arle a cocinar a Adrianita que, como buena manabita, aprender\u00eda muy r\u00e1pido y con buena saz\u00f3n.<\/p>\n

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