\u201cEl alacr\u00e1n, cran, cran; el alacr\u00e1n, cr\u00e1n, cran. Ay!, te va a picar\u00a1 \u00a0<\/em><\/p>\n

El alacr\u00e1n, cran, cran; el alacr\u00e1n, cr\u00e1n, cran. Ay, te va a picar! \u00a0<\/em><\/p>\n

Mata el alacr\u00e1n abuelita, m\u00e1talo con una escopeta, \u00a0<\/em><\/p>\n

y si no revienta el cartucho, p\u00e9gale con una chancleta.\u201d\u00a0 <\/em><\/p>\n

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As\u00ed cantaba Josefa, nuestra ni\u00f1era mientras planchaba pero, con el rabillo del ojo siempre estaba pendiente de que no cayera por all\u00ed un alacr\u00e1n, pues las casas de hacienda son de madera y a estos horribles animaluchos les encanta estar en las hendijas y a veces se ca\u00edan sobre las personas y cosas.<\/p>\n

Los alacranes tienen una fama espantosa, bien merecida pues, una picada de esta alima\u00f1a es tan, pero tan dolorosa y peligrosa, que la gente dec\u00eda: \u201cSi te pica el alacr\u00e1n, busca cura y sacrist\u00e1n\u201d.\u00a0 La verdad es que te deja paralizado un d\u00eda entero, con unos dolores indescriptibles.\u00a0 Cuando divis\u00e1bamos un alacr\u00e1n, se armaba la algarab\u00eda y do\u00f1a Josefa sal\u00eda con la escoba en ristre a darle de escobazos; el animal, al verse amenazado, se picaba as\u00ed mismo con su punza. Se dec\u00eda pues, que el alacr\u00e1n se suicida frente a cualquier amenaza grave, pero, despu\u00e9s supe que no es as\u00ed, sino que \u00e9l quiere defenderse del ataque inyectando su veneno a trav\u00e9s de una p\u00faa que tiene en la puntita del rabo pero, como no detecta con exactitud d\u00f3nde est\u00e1 su atacante, lanza su p\u00faa por todas partes hasta que se pica \u00e9l mismo, aunque \u00e9l es inmune a su propio veneno.- As\u00ed que no muere por su propia picadura sino por el certero escobazo de Josefa.\u00a0 Hab\u00eda un ant\u00eddoto para la picadura de alacr\u00e1n: un preparado de aguardiente con p\u00faas de rabo de alacr\u00e1n, al que pon\u00edan alguna hierba, lo que significaba que hab\u00eda que cazar alacranes para tener listo el remedio, y algunos muchachos se dedicaban a este oficio y cobraban su dinerito.<\/p>\n

La mala fama del alacr\u00e1n, hac\u00eda que en un debate de amor finos, los hombres menosprecien a las mujeres diciendo:\u00a0 \u201c Las mujeres de este tiempo, son como el alacr\u00e1n, cuando ven un hombre pobre, alzan el rabo y se van.\u201d Claro que ante tama\u00f1o insulto, las mujeres contestaban: \u201cLos hombres de este tiempo, son como la hierba seca, cuando dan para el arroz, ya no dan para manteca.\u201d<\/p>\n

Sin embargo, estos feos bichos, son maravillosas madres, llevan a los cr\u00edos en sus espaldas por alg\u00fan tiempo. Pero, cuando ya estos reto\u00f1os de alacr\u00e1n pueden defenderse por s\u00ed mismo, la madre se sacude pues no vaya a ser que se la coman a ella misma.<\/p>\n

Los alacranes tienen unas fabulosas mand\u00edbulas con las que destrozan a sus v\u00edctimas, peque\u00f1os insectos, cuando los agarran con las tenazas que tienen adelante.-\u00a0 Esta caracter\u00edstica les vali\u00f3 que les dedicaran otra canci\u00f3n con la que pachangueaban muy entretenidos en la tienda del pueblo. La canci\u00f3n dec\u00eda as\u00ed: \u201cOiga colega no se asombre cuando vea, oiga colega no se asombre cuando vea, al alacr\u00e1n cortando ca\u00f1a, al alacr\u00e1n cortando ca\u00f1a. Costumbre de mi pa\u00eds, hermano.\u201d<\/p>\n

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