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YA NO HAY IMPEDIMENTOS LEGALES PARA LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA DE LAS MUJERES EN EL ECUADOR – Cecilia Calderón
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YA NO HAY IMPEDIMENTOS LEGALES PARA LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA DE LAS MUJERES EN EL ECUADOR

YA NO HAY IMPEDIMENTOS LEGALES PARA LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA DE LAS MUJERES EN EL ECUADOR

LA MUJER Y SU PARTICIPACIÓN CIUDADANA, UN RESUMEN BREVE DE SU HISTORIA 

 

En la cultura Valdivia, la más antigua de América y que floreció en nuestro país, la sociedad estaba organizada como un matriarcado, en el sentido de que la mujer desenvolvía sus actividades tanto en el ámbito familiar como en el ámbito comunitario.  En esa época, los pueblos vivían de la caza y de una agricultura incipiente, recién se hacían sedentarios al descubrir todo el proceso agrícola.  El hombre iba de cacería y la mujer se quedaba en la casa, en la comunidad, atendiendo la agricultura, la cerámica, el hilado.  Ella era la que curaba, interpretaba los signos de la naturaleza y, en consecuencia, la que organizaba la comunidad.  Además, el misterio de la maternidad no era comprendido por los valdivias y lo consideraban como un hecho sobrenatural por lo que tenían una reverencia especial a la mujer como creadora de vida.  Para ellos la Madre Tierra era una mujer, la Diosa de la Agricultura, de la Vida, de la Fertilidad.  Prueba de ello son los miles de figurines llamados Venus de Valdivia que han sobrevivido el tiempo; muchos de ellos tienen dos cabezas, significando la dualidad del accionar de mujeres que hemos reseñado.

 

La prehistoria trae algunas historias de mujeres protagonistas que se pierden en la época de la colonia, en la cual los españoles trasladan su cultura paternalista en plena edad media, que llegó incluso a “quemas a las brujas” durante la Inquisición, llamando así a cualquier mujer con conocimientos superiores al resto, sobretodo, conocimientos sobre pócimas y plantas. En la etapa colonial, las mujeres fueron totalmente relegadas exclusivamente al ámbito familiar.  Algunas decían que encontraban más libertad en los conventos, donde iban no necesariamente por vocación sino para librarse de la presión social que les impedía hasta leer.

 

Durante la época de Independencia, hay algunas mujeres que fueron protagonistas importantes pero la historia no les ha hecho justicia.  Entre ellas, Manuela Cañizares, Manuela de Santa Cruz y Espejo, Manuela Sáenz y otras tantas olvidadas de la historia que sólo reseñó hazañas de los hombres ya que se suponía que “la política no era asunto de mujeres” y, las que participaban en las decisiones y aún en las conversaciones de “hombres” eran mal vistas.  Por eso, mucho tiempo, se dijo que la casa de Manuela Cañizares donde se reunían los patriotas era un prostíbulo.  Y, a Manuela Sáenz se la nombraba sólo como “la amante del Libertador” sin darle el crédito a sus pensamientos revolucionarios y  acciones a favor de la independencia de América por  lo que a el Libertado San Martín le otorgó el título de Caballeresa del Sol, aún antes de que ella conociera a Bolívar; además, Bolívar le dio a Manuela el grado de Coronela no por buena amante sino  por su arrojo y valiente actuación en la batalla de Tarqui.

 

La Independencia de España no fue suficiente para cambiar algunas costumbres y estructuras sociales que relegaban a la mujer durante la colonia.  Había una presión social muy fuerte para excluir a las mujeres a tal punto que las constituciones republicanas –hasta antes de la Constitución Alfarista- todas excluían a la mujer de los derechos ciudadanos y las leyes como el Código Civil y el Código Penal establecían dos tipos de tratamiento y de delitos, si el que los cometía era hombre o mujer.  Como ejemplo de la sociedad de esos tiempos, cuenta la historia que el suicidio de la poetisa Dolores Veintimilla de Galindo fue producto de la presión social que excluía a esta señora que pensaba y osó manifestar sus pensamientos en voz alta.

 

La revolución popular liderada por el General Eloy Alfaro y que triunfó en 1895, es la que trae cambios trascendentes a favor de las mujeres. Alfaro permitió que las mujeres pudieran estudiar la secundaria en los colegios que sólo eran de hombres; Alfaro abrió los Colegios Normales para que se preparen las señoritas para ser maestras, uno en Quito y otro en Guayaquil; Alfaro creó las oficinas de Telégrafos y de Correos y decretó que los cargos públicos nuevos que se creaban tenían que ser ocupados por mujeres, siendo entonces la primera vez que las mujeres pudieron trabajar en un cargo público fuera del hogar.  La Constitución de la República, en 1906 estableció que son ciudadanos los hombres y las mujeres ecuatorianos mayores de 21 años. Esta Constitución permitió por primera vez en la historia que las mujeres puedan votar y que también puedan ser elegidas.

 

Sin embargo, la estructura social tan fuerte y excluyente contra las mujeres dio lugar a que muy pocas mujeres accedieran a todas las prerrogativas ciudadanas que les daba la Constitución liberal.  Se destaca la historia de doña Matilde Hidalgo de Procel quien en su Loja natal, decide entrar al Colegio Bernardo Valdivieso –sólo de hombres- para continuar sus estudios secundarios.  Fue la primera mujer que entró en un colegio y terminó su secundaria.  Su familia era Alfarista y también el Director del Colegio.  Luego, fue a Cuenca a cursar la Universidad en la Carrera de Medicina, siendo así la primera mujer que terminó estudios universitarios en Ecuador y se graduó de Medicina en Quito.

 

En el año 1924, Matilde se convierte en la primera mujer que vota pues se acercó a registrarse  para votar, en la ciudad de Machala.  Al principio no la querían inscribir pero tuvo que intervenir hasta el Consejo de Estado para que ella ejerciera su derecho al voto.  Luego se convirtió en la primera mujer que ocupó el cargo de concejal, en la ciudad de Machala donde ella y su marido vivían y ejercían la profesión.

 

A raíz de esa fecha, las mujeres cada vez se iban acercando más a ejercer el derecho al voto.  Pero el voto de la mujer era facultativo mientras el voto del hombre era obligatorio.  Es recién en 1961 cuando el Congreso estableció que el voto también sería obligatorio para las mujeres, gracias a una organización llamada la Unión Nacional de Mujeres.

 

Un  hito histórico en la lucha de las mujeres por la conquista de su derecho al voto, fue la reforma de la Ley de Elecciones, del 2002, en la que basándose en el principio de equidad establecido ya en la codificación de la Constitución de 1998, se dan acciones positivas a favor de la participación de las mujeres.  Es la llamada “Ley de cuotas” que establece que en las listas pluripersonales, debe establecerse de forma obligatoria y en forma alternada y secuencial, un porcentaje de 20% de mujeres que sería elevado en un 5% en cada elección general nacional, hasta llegar al 50%, luego de lo cual desaparece esta acción positiva.  En la última elección, la tasa fue del 35%.

 

La Constitución del 98, además de reconocer los principios de igualdad, de equidad de género en todos los ámbitos, reconoce el valor productivo del trabajo doméstico, reconoce a las mujeres jefas de hogar y establece que se darán garantías y tratamientos especiales a su favor, reconoce la maternidad y la paternidad responsables, reconoce que hombre y mujer tienen iguales derechos dentro del matrimonio y de la unión de hecho.  A raíz de estos reconocimientos constitucionales, hay algunas leyes que establecen acciones positivas para que las mujeres puedan tener igualdad de oportunidades que los hombres.  Por ejemplo, la Ley de Maternidad Gratuita establece prestaciones de salud gratuitas a favor de las mujeres, durante el embarazo, durante el parto, después del parto, precaución de cáncer uterino y de mamas, planificación familiar.  La Ley contra la Violencia a la Mujer y la Familia, que establece acciones de protección inmediatas a favor de las víctimas de violencia familiar.  El Código de Trabajo, establece un período de permiso de 3 meses para las mujeres que dan a luz un hijo o hija y 6 horas de trabajo durante la lactancia en lugar de 8.  Además, se ha reformado e Código Civil, el Código Penal y el Código de Comercio, estableciendo el principio de la equidad y la igualdad de responsabilidades de hombres y mujeres.

 

La Constitución de Montecristi va más lejos aún en el reconocimiento de los derechos de las mujeres, pues los valores de equidad e igualdad se establecen   transversalmente en todos los artículos que tratan sobre los derechos de libertad, de participación, de protección, del buen vivir así como en los artículos que establecen la participación y organización del poder. Además, en el texto constitucional se visibiliza a las mujeres en el lenguaje y se consagra como principio de aplicación de derechos, las “medidas de acción afirmativa que promueven la igualdad real a favor de los titulares de derechos que se encuentre en situación de desigualdad.

 

En consecuencia, las herramientas legales para la equidad y la igualdad ya existen.  Si no se utilizan es por la estructura social y económica que aún falta evolucionar.

 

Un comentario

  1. Hayk pena yo no puedo participar para las veedurias del concejo de participacion por No tener bachillerato

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