AL QUE MADRUGA DIOS LE AYUDA

DEL ALFABETO PARA UN NIÑO
En el campo, para aprovechar bien el día y porque no había energía eléctrica que permitiera trabajar en la noche, la gente se levantaba antes de las 5 de la mañana.
Cuando íbamos a Buenavista, a casa de los abuelos, a las 5h00 en punto comenzaba el movimiento. El primer ruido que oíamos era el TAC, TAC, TAC del golpe del hacha contra un pedazo de árbol sobre el que cortaban el hueso de la res que habían matado en la madrugada y que se vendería a lo largo del día.- Al mismo tiempo, invadía la casa el olor a café, pues mi abuelita, si no tomaba café caliente y recién pasado a esa hora, todo el día le dolería la cabeza.
El abuelo ya estaba trabajando hace rato. A esa hora, escuchábamos unas botas fuertes subiendo la escalera y entrando al cuarto de la abuelita, era él que regresaba de organizar la faena con los peones y venía también por su café caliente.- Después del café, bajaba mi abuelita para ver cómo transcurría el desayuno de empleados de la tienda y los peones, sentados en una larga mesa al lado de un gran fogón de carbón.
A las seis, los abuelos preguntaban por nosotros, y claro, los niños estábamos otra vez en el quinto sueño. Entonces, comenzaba una voz a recitar:
QUIEN DE MAÑANA SE LEVANTA
DE SALUD GOZA COMPLETA
UN AÑO MÁS DE VIDA TIENE
Y SUS NEGOCIOS ADELANTA.
Nosotros nos tapábamos hasta las orejas y seguíamos dormitando.- Esta vez, la voz más dulce:
QUIEN DE MAÑANA SE LEVANTA
DE SALUD GOZA COMPLETA
UN AÑO MÁS DE VIDA TIENE
Y SUS NEGOCIOS ADELANTA.
No había más que levantarse, de lo contrario, el cantito podía cambiar a:
PEREZA ES ENFERMEDAD
TAN MALA COMO LA MUERTE
ASI NO CABE EL INERTE
EN NINGUNA SOCIEDAD.
Después supimos que eran estrofas del ALFABETO PARA UN NIÑO de José Joaquín de Olmedo, como también aquella que repetía el abuelo a la hora de la merienda:
AMOR DE PATRIA COMPRENDE
CUANTO EL HOMBRE DEBE AMAR
SU DIOS, SUS LEYES, SU HOGAR
Y EL HONOR QUE LO DEFIENDE
Cuando crecimos y cada quien tuvo su familia, hemos repetido los cantitos a nuestros hijos y ellos, que tanto se quejaban, ahora los repiten a los de ellos.