Cuento o\u00eddo en Balzar.-<\/p>\n

 <\/p>\n

A la luz de un candil, en los bajos de la casita de ca\u00f1a, se sentaron los j\u00f3venes y los ni\u00f1os a escuchar los cuentos del abuelo.-\u00a0 Sus cuentos hac\u00edan estremecer pues eran tan v\u00edvidos, que quienes lo escuchaban, realmente sent\u00edan f\u00edsicamente la historia, pues su voz ondulante acariciaba, amenazaba, enternec\u00eda.-<\/p>\n

As\u00ed dijo el abuelo la otra tarde:<\/p>\n

\n
• El compadre Pancho era un hombre muy pero muy farrero.- No hab\u00eda semana que no armara unas jaranas de amanecidas, con trago, guitarras, canto y baile. Lo acolitaban su mujer y sus hijas, que eran muy alegres y se sab\u00edan todas las canciones y los bailes de moda. Como viv\u00edan en el campo, la fiesta la armaba en un tendalito pegado a la casa y los comensales llegaban por el r\u00edo o caminando.<\/li>\n<\/ul>\n

   <\/p>\n

  \n
  • Una noche, cerca de las doce, cuando ya estaba encendida la fiesta, sin que nadie oyera ninguna canoa, vieron que por el camino que ven\u00eda del r\u00edo, caminaba un hombre alto y corpulento.\u00a0 Se acerc\u00f3 a la casa y de inmediato se incorpor\u00f3 a la fiesta, pidi\u00f3 un trago. Saludaba a don Pancho y a otros \u00a0m\u00e1s, como un conocido.\u00a0\u00a0 Todos en la reuni\u00f3n se voltearon a verlo y estaban pendientes de \u00e9l, pues estaba vestido con mucha elegancia, con un traje negro, botas altas, un sombrero de esos que dicen pavas y era muy guapo. Especialmente sus ojos, ten\u00edan un atractivo brillo y todas las mujeres que estaban en la fiesta, se pon\u00edan nerviosas de mirarlo y los hombres recelosos.\u00a0 El actuaba como que si no se percatara de la impresi\u00f3n que su presencia causaba; muy campechano pidi\u00f3 una guitarra y se puso a cantar con fuerza:\u00a0 -Que se hunda todo, que se hunda! Que todos se hundan que se hundan!-\u00a0 Ese estribillo causaba un frenes\u00ed\u00a0 y\u00a0 la gente lo coreaba y daban volteretas.-<\/li>\n<\/ul>\n

     <\/p>\n

    \n
    • Unas se\u00f1oras entraron en p\u00e1nico cuando un ni\u00f1ito, como de unos cuatro a\u00f1os, comenz\u00f3 a se\u00f1alar al elegante se\u00f1or y a decir: Ese hombre tiene rabo, ese hombre tiene rabo.- La m\u00e1s vieja de las do\u00f1as, quiso callar al ni\u00f1o y le dio un pellizco muy fuerte.- El ni\u00f1o empez\u00f3 a llorar y a gritar.-<\/li>\n<\/ul>\n

       <\/p>\n

      El hombre de la guitarra, dej\u00f3 de tocar, tir\u00f3 la guitarra, se puso de pie y le centellaron los ojos. Peg\u00f3 un alarido y dijo, el llanto de este inocente me espanta y los ha salvado. La pr\u00f3xima me los llevo a todos y los hundo conmigo. Luego dio una vuelta en el propio sitio y desapareci\u00f3.<\/p>\n

       <\/p>\n

      Todos los presentes quedaron estremecidos y don Pancho ni sus hijas, jam\u00e1s volvieron a armar jaranas de borracheras<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

      Cuento o\u00eddo en Balzar.-   A la luz de un candil, en los bajos de la casita de ca\u00f1a, se sentaron los j\u00f3venes y los ni\u00f1os a escuchar los cuentos del abuelo.-\u00a0 Sus cuentos hac\u00edan estremecer pues eran tan v\u00edvidos, que quienes lo escuchaban, realmente sent\u00edan f\u00edsicamente la historia, pues su voz ondulante acariciaba, amenazaba,…<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":[],"categories":[2],"tags":[],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/351"}],"collection":[{"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=351"}],"version-history":[{"count":1,"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/351\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":353,"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/351\/revisions\/353"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=351"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=351"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=351"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}