TIO PANCHO<\/p>\n

El T\u00edo Pancho era muy querido y famoso en la Hacienda de Buenavista! Realmente era todo un personaje, tan popular como el t\u00edo Conejo y el T\u00edo Tigre. Los j\u00f3venes, lo buscaban para contarle sus aventuras, pedir consejos y echarle unas chanzas; los ni\u00f1os lo persegu\u00edan para que les organice alguna actividad y por la cantidad de cuentos, an\u00e9cdotas, ense\u00f1anzas con los que los entreten\u00eda.Las mujeres lo miraban arrobadas pues a todas galanteaba y ninguna se iba sin un piropo. Los hombres lo inquir\u00edan para hablar de negocios y de la pol\u00edtica.
\n\u2013T\u00edo Pancho, Ud. ya parece mujeriego, no hay mujer que se le pase, hasta las feas le hacen gui\u00f1os se quejaba con envidia Alberto, un mocet\u00f3n guapo que era el dependiente principal de la tienda de abarrotes que ten\u00eda su cu\u00f1ado y su hermana, y donde \u00e9l pasaba la mitad de la semana. Es que don Panchito sab\u00eda la palabra precisa para halagar con cortes\u00eda, galantear con respeto, piropear con gracia.
\nEl t\u00edo Pancho hab\u00eda nacido en el campo pero, desprovisto de tierras, se radic\u00f3 en Guayaquil; su padre era el benjam\u00edn de muchos hermanos de diversas madres y por tanto \u2013 seg\u00fan \u00e9l dec\u00eda- s\u00f3lo hered\u00f3 la sangre azul y la tierra de sus u\u00f1as. Sin embargo, estaba \u00edntimamente ligado al agro, a su gente, a su cultura. Hab\u00eda decidido ser comerciante de cacao puesto que as\u00ed ayudar\u00eda a tanto agricultor y campesino, a colocar el grano en los patios de las exportadoras de cacao de Guayaquil, a un precio justo, sin que les vieran la cara de \u201cmontubios\u201d. Instal\u00f3 su tienda de Comisionista en el Malec\u00f3n, cerquita de los muelles donde acoderaban los vapores\u00a0 Olmedo,\u00a0 Daysi Edith,\u00a0 Col\u00f3n.
\nLos jueves llegaba de Guayaquil, justo para el caf\u00e9 que se prolongaba en larga conversa contando las \u00faltimas de la gran ciudad. Luego se instalaba afuera de la tienda que, adem\u00e1s de vender abarrotes, era un centro de acopio de cacao. All\u00ed pasaba hasta el domingo que eran los d\u00edas en que aparec\u00edan los campesinos en sus ac\u00e9milas, cargados de cacao seco para venderlo y comprar la comida para la semana as\u00ed como algunos insumos agr\u00edcolas y noveler\u00edas en el bazar. Se sentaba en el portal, con su sonrisa abierta, mordiendo un cigarrillo dorado; su sombrero bien puesto y los pantalones sujetos con tirantes, parec\u00eda una estampa. En ese portal, siempre hab\u00eda dos, tres y hasta cuatro gallos de pelea, amarrados a los postes, que aportaban al bullicio.
\nLlegaban los campesinos y agricultores con su cacao; \u00e9l conversaba con cada uno de ellos sobre la mujer, los hijos, la huerta, los animales, que si hab\u00edan visto al duende, que si se hab\u00edan dejado grano para un buen chocolate, que si se cas\u00f3 la \u00f1atita, que si los chicos sab\u00edan leer, que s\u00ed la suegra ya lo hab\u00eda perdonado. Sab\u00eda de las dolencias, dolores, alegr\u00edas, problemas de cada campesino que se acercaba a vender su producto. Mientras hablaba, revisaba el grano, lo palpaba, lo revolv\u00eda, le met\u00eda el diente, probaba la almendra. Luego de la conversa, daba su veredicto, pago tanto, has hecho un buen trabajo, lo que alegraba al vecino. Pero, a veces, dispon\u00eda, -A este cacao le falta sol, te pago a tanto porque tiene que ir a tendal varia horas. O reprend\u00eda a aquel, -\u201cno has cosechado a tiempo\u201d este cacao es de segunda.- Con las viudas que tra\u00edan s\u00f3lo algunas libras de cacao, era ben\u00e9volo y les hac\u00eda pagar como cacao de primera, aunque estuviera h\u00famedo, con basura o no tuviera un dorado y apropiado color. Tambi\u00e9n hac\u00eda recomendaciones sobre lo importante que era que los ni\u00f1os vayan a la escuela, que ten\u00edan que hervir el agua, que tomen tal medicina para curar la gripe, que cuiden a las chicuelas porque \u201cno es bueno que tengan marido tan tiernitas.\u201d As\u00ed, adem\u00e1s de regresar a sus fincas con los sucres de la venta y las compras, sal\u00edan con consejos y remedios para vivir mejor y un esp\u00edritu alegre.
\nD\u00eda a d\u00eda se iba llenando la bodega de la hacienda, con los granos dorados, olorosos, que embriagaban a quienes pasaban a su lado y cuyos vahos sub\u00edan por las rendijas del piso de la casa de madera, donde viv\u00eda la familia.
\nLa tarde del domingo, bajo la supervisi\u00f3n del t\u00edo Pancho, el cacao era enfundado en sacos de yute y luego de pesarlos uno a uno, se los embarcaba en el cami\u00f3n para salir rumbo a Puerto Bol\u00edvar.- El t\u00edo Pancho iba en el cami\u00f3n pues \u00e9l mismo dirig\u00eda la estiba en el barco.
\nEn el barco, dorm\u00eda en la hamaca, en el espacio com\u00fan con toda la gente. No le gustaban los camarotes que lo aislaban del control de su carga. \u2013El ojo del amo engorda al caballo, explicaba. A la madrugada saltaba el primero al muelle donde lo esperaba ya el cami\u00f3n que trasladar\u00eda el grano a los patios de los exportadores, pues \u00e9l iba con la certeza de la excelente calidad de su cacao orense y sab\u00eda que le tendr\u00edan que reconocer el precio justo.
\nEl t\u00edo Pancho era comisionista de los productores grandes tambi\u00e9n, quienes le confiaban el grano para que \u00e9l lo vendiera en Guayaquil y luego les guardaba el dinero en su caja fuerte, para cuando ellos dispusieran. A veces enviaba el dinero con los capitanes de los barcos, que eran personas con gran fama de honorabilidad y correcci\u00f3n. El t\u00edo Pancho ten\u00eda fama de hombre honorable, correcto y muy meticuloso en la cuentas. -\u00a1Cuentas claras y chocolate espeso! Sol\u00eda decir.
\nEl t\u00edo Pancho era muy locuaz y encantaba a los ni\u00f1os con sus historias. Era una especie de abogado de ellos pues, cuando la abuela no les quer\u00eda dar permiso para ir al r\u00edo, simplemente \u00e9l dec\u00eda: -Avelina, me voy con los chicos al r\u00edo.- Y no hab\u00eda discusi\u00f3n, todos atr\u00e1s del T\u00edo Pancho quien lideraba la fila hacia el r\u00edo, debajo de las matas de cacao, haciendo ruido con las hojas, mirando entre las ramas por si hab\u00eda un perico ligero. En el r\u00edo, repart\u00eda jab\u00f3n negro para que se sacaran bien la mugre aunque el juego en el barranco era tal, que los chicos regresaban refrescados y contentos pero llenos de tierra. Igual era abogado de las sobrinas m\u00e1s grandes y s\u00f3lo con \u00e9l las dejaban ir al baile y a la verbena en Pasaje. Alguna que otra vez, alcahuete\u00f3 a alg\u00fan sobrino parrandero, que se escapaba para echarse unas copas o para dar sereno a las j\u00f3venes del pueblo.
\nCon su sentido del comercio, ense\u00f1aba que de todo se pod\u00eda hacer dinero. En el patio hab\u00eda un enorme \u00e1rbol de aguacates. El mandaba a recogerlos y los pon\u00eda a la venta en la tienda. Tambi\u00e9n hab\u00eda un hermoso \u00e1rbol de achiote. El arm\u00f3 una empresa con los ni\u00f1os: los hac\u00eda recoger las c\u00e1psulas, abrirlas para sacar el rojo grano, tenderlos en el patio y luego colocarlos en un papel de despacho cortado en cuadritos, al cual le daban la vuelta por los lados, como una empanada y hac\u00edan unos lindos paquetitos que vend\u00edan a dos reales en la tienda. Por cada paquetito, que hac\u00eda un ni\u00f1o, \u00e9l le daba un medio! Era una fortuna pues con eso se compraba un caramelo de fresa o de menta y con cuatro medios, ten\u00edas un pedazo de helado de leche o de rosas, hecho en cubetas de hielo. Tambi\u00e9n los chicos juntaban sus centavos y compraban revistas de mu\u00f1equitos que, luego de leerlas, iba a aumentar el Banco de Revistas que en las noches, en el zag\u00faan, junto a una petromax, se montaba para el negocio de alquilar revistas.
\nTerminadas las actividades del d\u00eda, el t\u00edo Pancho organizaba una partida de POKAR, juego de cartas del cual era experto. Se o\u00edan unas risotadas, unos versos, una jerga que s\u00f3lo los jugadores entend\u00edan. Si alg\u00fan chico pasaba por all\u00ed, le advert\u00edan: -Los mirones son de palo. El juego iba acompa\u00f1ado de buen cognac que el tio Pancho siempre ten\u00eda pues lo compraba en los barcos que llevaban el cacao al exterior y era generoso en repartirlo.
\nUno de sus sobrinos mayores, muy querido, se tomaba la licencia de tomarle el pelo, recit\u00e1ndole amorfinos. El t\u00edo Pancho lo llamaba: El Cantor del Cerro pero \u00e9l no se quedaba atr\u00e1s. A\u00fan recuerdo un verso que le encantaba: Don Panchito Calder\u00f3n, en poeta se ha transformado y aunque viejo ha comenzado, sus versos tienen dulzor.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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