Mi abuelita me contaba, que en su tiempo,\u00a0 a la mayor\u00eda de las mujeres embarazadas les daba \u201cantojos\u201d.\u00a0 Ella se jactaba de no haberlos tenido, pues era muy fuerte, valiente, autosuficiente, y con tanto que hacer en la tienda, en la cocina, con las gallinas, con los p\u00e1jaros, con el jard\u00edn, con los hijos, que no ten\u00eda tiempo para esas cosas.<\/p>\n

Pero contaba que jam\u00e1s hab\u00eda visto a alguien con tantos antojos, como\u00a0 su comadre del alma, Carmen Rosa.\u00a0\u00a0 Carmen Rosa se\u00a0 despertaba a las tres de la ma\u00f1ana y dec\u00eda, Eudoro querido, mi tesoro, tengo un antojo terrible de una Fioravanti helada.\u00a0\u00a0 \u2013Ay Carmela de mi alma, si aqu\u00ed en esta casa no compramos colas!\u00a0 Yo s\u00e9, mi vida pero es que si no tomo Fioravanti, se me sale el muchacho, f\u00edjate c\u00f3mo se mueve!\u00a0 Eudoro asustado ante tal probabilidad, se levantaba de un salto, se pon\u00eda la ropa y sal\u00eda como alma que lleva el diablo a buscar una tienda abierta para comprar una Fiorvanti.\u00a0\u00a0\u00a0 Tanto andar y andar como alma en pena, por fin encontraba una tienda de esas que venden aguardiente pero que tambi\u00e9n ten\u00edan colas.\u00a0 Con su Fioravanti en brazos, corr\u00eda de contento porque ya el ni\u00f1o que estaba por nacer, se quedar\u00eda quietecito en el vientre de su madre.\u00a0 A las cinco llegaba a casa y encontraba a Carmen Rosa, pl\u00e1cidamente dormida. Despierta mi vida, te traigo tu Fioravanti!.\u00a0\u00a0 \u2013Ay Eudoro, \u00bfpor qu\u00e9 me despiertas a esta hora? Ya no podr\u00e9 dormir y a las seis ya tengo que estar en pie prendiendo la candela!\u00a0 Y se volteaba del otro lado y don Eudoro, parado con su Fioravanti en la mano\u00a1<\/p>\n

Otro d\u00eda, en pleno mes de mayo, se\u00a0 antojaba de ciruelas verdes!\u00a0 Y Eudoro se iba a recorrer los alrededores de Cerecita para ver si encontraba alg\u00fan \u00e1rbol de ciruela desorientado que tuviera alg\u00fan fruto en su rama.\u00a0\u00a0 Los \u00e1rboles de ciruela son muy respetuosos de su ciclo y no encontr\u00f3 ni una.\u00a0 Regresaba acongojado a la casa y encontraba a Carmela, comiendo sand\u00edas.<\/p>\n

Eudoro era muy elegante y perfumado. Usaba una colonia de Yardley. Pero, Carmela le cogi\u00f3 asco a ese olor! No hubo m\u00e1s que guardar la colonia y ba\u00f1arse s\u00f3lo con jab\u00f3n Camay, que era el que soportaba su adorada c\u00f3nyuge.<\/p>\n

La comadre Carmen Rosa, que viv\u00eda chupando limones durante el embarazo, tambi\u00e9n ten\u00eda el don de hacer que todos en la familia orbiten alrededor de sus antojos.\u00a0 \u00a1Hasta hubo que desembarazarse de un gato negro, porque se le antoj\u00f3 que si lo ve\u00eda, el ni\u00f1o saldr\u00eda con un lunar negro en el lomo!<\/p>\n

Yo me admiraba de que a mi abuelita no la hubieran invadido esas ans\u00edas incontrolables de comer tal o cual cosa. Ella explicaba, – hijita, es que el muerto se hace pesado cuando hay quien lo cargue.- Aurelio no es Eudoro, si a m\u00ed me hubieran dado antojos, pues nada, hubiera tenido que tragar mi frustraci\u00f3n.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

Mi abuelita me contaba, que en su tiempo,\u00a0 a la mayor\u00eda de las mujeres embarazadas les daba \u201cantojos\u201d.\u00a0 Ella se jactaba de no haberlos tenido, pues era muy fuerte, valiente, autosuficiente, y con tanto que hacer en la tienda, en la cocina, con las gallinas, con los p\u00e1jaros, con el jard\u00edn, con los hijos, que…<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":[],"categories":[2],"tags":[],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/44"}],"collection":[{"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=44"}],"version-history":[{"count":1,"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/44\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":45,"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/44\/revisions\/45"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=44"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=44"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/blog.ceciliacalderon.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=44"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}