En los tiempos de nuestra ni\u00f1ez, las personas que amaban a los p\u00e1jaros, los encerraban en preciosas jaulas donde los consent\u00edan con pan remojado en leche, pedacitos de guineo, naranja, papaya, maduro.\u00a0 Las jaulas se alineaban en los pasillos y balcones. Todos los d\u00edas se les pon\u00eda agua fresca y se cambiaba el peri\u00f3dico de la base de la jaula. Cada uno ten\u00eda su canto y su historia. \u00a0Mi abuelita, en su casa de hacienda, ten\u00eda un par de azulejos, varios negros tilingos que cantaban bell\u00edsimo, -son mis negros finos, dec\u00eda orgullosa. Tambi\u00e9n hab\u00eda canarios, peque\u00f1itos, de variados colores; periquitos australianos que pasaban besuque\u00e1ndose, periquitos de los nuestros y loras con quienes hablaba y hablaba hasta que aprend\u00edan a re\u00edrse como Balta, a dar la pata, y a decir uno que otra palabra. El rey de las jaulas, su engre\u00eddo, el que mejor cantaba, al que le daba pan remojado en el pico: el cacique, un p\u00e1jaro de plumas amarillo fuerte y negras, que lograba imitar varios sonidos y aprend\u00eda pasillos y la Marsellesa.<\/p>\n

Adem\u00e1s, hab\u00eda una jaula grande con un papagayo azul y otro rojo y un par de tucanes.<\/p>\n

Pero, en el jard\u00edn y en la huerta de la casa, hab\u00edan otros cuantos p\u00e1jaros m\u00e1s: chupaflores peque\u00f1itos de variados colores; otros negros tilingos que hac\u00edan d\u00fao con los enjaulados; olleros cafecitos que, seg\u00fan mi t\u00edo Bol\u00edvar, eran grandes arquitectos pues hac\u00edan unos nidos de barro redondos impresionantes; colembas amarillas con negro y blancas con negro que ten\u00edan diferentes cantos pues son buenas imitadoras, son migrantes y desaparec\u00edan por varios meses al a\u00f1o, hac\u00edan unos nidos tejidos que cuelgan unos 30 cm. de las ramas de los \u00e1rboles, que son verdaderas obras de arte, a tal punto que, cuando estaban vac\u00edos, a fines de diciembre, los cog\u00edan y pintaban de colores para usarlos de adornos de Navidad en cualquier rama del patio; aparec\u00eda de vez en cuando otro. que le dec\u00edan come-culebra, que era muy bonito con un pico muy fuerte, se imagina por qu\u00e9; famoso era el negro garrapatero, fe\u00edsimo sin ninguna gracia, con un pico fort\u00edsimo, que sin miedo segu\u00eda a los peones cuando chapeaban la huerta para comerse los peque\u00f1itos insectos que quedaban al descubierto o cuando cosechaban frejolitos, habitas, para comerse alg\u00fan grano que ca\u00eda; este negro feo, sin embargo, un gran trabajador y aliado de Dios en la continuaci\u00f3n de recrear la vida de la Naturaleza, a tal punto que tambi\u00e9n le dec\u00edan semillero pues es el responsable de llevar semillas de un lugar a otro. Por\u00a0 estos garrapateros, hay que hacer espantap\u00e1jaros cuando reci\u00e9n se siembra el ma\u00edz o alg\u00fan otro grano, para ahuyentarlos.<\/p>\n

Uno que me encantaba es el petirrojo, huidizo, no le conoc\u00ed su canto. Tiene un copetito rojo, el pecho rojo intenso y las dem\u00e1s plumas negras, realmente bell\u00edsimo. Esta linda avecita tambi\u00e9n le dec\u00eda p\u00e1jaro brujo, pues alrededor de ella hay dos leyendas: una, que dicen que cuando los muchachos andan cazando avecillas con su jebe, se les aparece un petirrojo al frente y, las ligas de los jebes o resorteras, se lascan como por encanto y ya no pueden molestar a los pajaritos; la otra leyenda, que es cazado por los brujos para sacarle el coraz\u00f3n y hacer con \u00e9l efectivas pociones amorosos.<\/p>\n

Vale la pena nombrar al chag\u00fcis, un pajarillo peque\u00f1ito, de plumas grises, que se pon\u00eda muy feo, como un rat\u00f3n cuando se mojaba.\u00a0 As\u00ed, mi abuelita, cuando uno se ba\u00f1aba y no se secaba el pelo, dec\u00eda que parec\u00edamos \u201cchag\u00fcis mojado\u201d. \u00a0El chag\u00fcis es p\u00e1jaro de buen ag\u00fcero, dec\u00eda mi abuelita. Cuando aparece en el jard\u00edn y canta alegremente, es\u00a0 que trae una buena noticia o anuncia una grata visita.<\/p>\n

Pero, adem\u00e1s de observar los pajaritos, me encantaba escuchar a mi abuelita cuando, en la conversaci\u00f3n diaria, met\u00eda refranes y dichos que involucraban estas avecitas o cantaba tambi\u00e9n historias de aves.- As\u00ed, ese refr\u00e1n que dice \u00a1Jaula nueva, p\u00e1jaro muerto\u201d, me parec\u00eda dr\u00e1stico y de miedo, con el tiempo comprend\u00ed que lo que quer\u00eda decir es que los cambios, aunque sean ventajosos, pueden tener sus riesgos y hay tomar precauciones. Tambi\u00e9n dec\u00eda, que hab\u00eda que ser prudentes, especialmente en los negocios, por cuanto \u201cm\u00e1s vale p\u00e1jaro en mano que ciento volando.\u201d\u00a0 Nos cont\u00f3 una vez que su amiga cuencana, la Chabelita, ten\u00eda prohibido por su pap\u00e1 decir pajarito, lo consideraba una groser\u00eda, ella ten\u00eda que decir avecita.<\/p>\n

Las tardes, sentada en la hamaca, viendo sus pajaritos, mi abuelita cantaba La Calandria, una triste historia de enga\u00f1o y deslealtad de la calandria contra un gorri\u00f3n. Ten\u00eda tanta pena yo del pobre gorrioncillo, que hasta llor\u00e9 cuando un d\u00eda do\u00f1a Panchita fue a contar que a Alberto, la hija de los Valarezo que viv\u00eda en una hacienda en la monta\u00f1a, le hab\u00eda hecho \u201clo de la Calandria\u201d. Esto es, que lo enamor\u00f3 al tal Alberto para que se la lleve de su casa, donde tan\u00a0 lejos y solitaria viv\u00eda pero que, cuando ya estuvo viviendo en el pueblo, encontr\u00f3 otros caminos y lo dej\u00f3 solo al pobre Alberto. Tambi\u00e9n hab\u00eda la canci\u00f3n del gorrioncillo pecho amarillo, el triste pasillo del pajarillo que jam\u00e1s volvi\u00f3, el ruise\u00f1or de Joselito. Sin embargo, aunque la letra tambi\u00e9n era triste, nos encantaba el ritmo alegre del Zorzal, canci\u00f3n que se bailaba con alegr\u00eda en las fiestas familiares.<\/p>\n

As\u00ed, al vuelo de p\u00e1jaro, hemos revisado la importancia en la vida familiar campesina, de algunos de ellos.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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