CURIQUINGUE

¡Alza la pata, curiguingue!  ¡Alza la pata, curiquingue!  Así cantaba la tía Carmita, cuando ayudaba a las niñas pequeñas de la familia a ponerse el pantalón, después del baño de la tarde.  Esto era en Cuenca, donde las primas menores de mi mamá, habían ido a estudiar la secundaria, internas en un colegio de monjas.

Años después, oía esta canción en la radio, que entusiasmaba especialmente a los serranos, que la bailaban con mucha alegría.  Por eso, yo creía que los curiquingues eran una especie de payasos que se contrataba para entretener.  Pero no, los curiquingues son los disfrazados, muchos de ellos de pájaros, que bailan en las fiestas patronales de muchos pueblos de la Sierra pero también de la Costa.  Pero el nombre viene de una bella ave rapaz, enorme, de unos 65 cm. de largo, que se alimenta de animales pequeños.

Hace pocos años, caminaba yo entre unos sembríos de cacao que apenas tenían dos años de sembrados, en un sitio donde se había respetado la vida de un ceibo gigante y de unos cuantos árboles de cascol, cuando sentí un fuerte zumbido. Creí que eran abejas o moquiñañas que estaban migrando de algún árbol pero, no veía nada a mi alrededor.   Fui a mirar bajo el cascol florecido, y tampoco había nada.  El zumbido lo sentía sobre mi cabeza así que alcé la mirada al cielo y vi dos aves enormes, que volaban en círculos.  Eran una belleza de animales: fuertes, coloridos.  Pregunté luego al capataz y me dijo que eran curiquingues!  Más tarde fui a mirar un campo que recién había sido tractorado y pude ver a dos parejas de estas aves, paradas, oteando el horizonte.- El capataz, campesino oriundo de la zona, me dijo que siempre se acercan esta aves, cuando se pasa un tractor o  un arado y la tierra queda desnuda, puesto que ellos comen pequeños animales que quedan al descubierto cuando se limpian los matorrales.- Según él explicó, verlos en pareja es buen augurio porque significa que te dan suerte en el matrimonio o en la vida de pareja.