RATONES
En la hacienda, a mi tío Bolívar, un joven pocos años mayor a sus sobrinos, le decían San Martín de Porres. Cuando vi una estampa de San Martín, no entendí para nada el apodo pues mi tío era blanco y colorado. Pregunté a doña Felicia que todo lo sabía, se sonrió y dijo, -¿Es que no ves que él hace comer en el mismo plato a perro, pericote y gato? Lo cierto es que era amante de los animales y uno podía ver a su perico subido sobre su gato que comía junto con el perro en el mismo plato. Así que cuando la abuelita decía que se dejaran de pelear como perro y gato, tal amonestación no tenía fundamento. El tío era dueño de un tigrillo al que sólo él daba de comer, de su mano; los diostedé y los guacamayos, respondían como gallinas cuando él los llamaba a comer; tenía un mono, que se llevaba bien con el gato y con el perro y comía en una silla en la mesa de la cocina pero eso sí, jalaba el pelo a toda muchacha que pasara por su lado; el mismo preparaba el pan de dulce remojado en leche para distribuir en cada jaula de pájaros.
Gatos y ratones, eran temas de conversación en las mesas campesinas. -Gato con guantes no caza ratones, les decía mi abuelo a la cuadrilla de peones, cuando según él se ponían exquisitos y no querían llevar a cabo alguna tarea un tanto pesada. –Tienen que ponerse mano a la obra y darle duro al machete, sino, no nos bajamos la montaña. Mi abuelita, en cambio, a las muchachas les decía: Barco parado, no gana flete.- Yo entendía como parecidas las dos amonestaciones.
Pero, donde más oí mentar a gatos y ratones, fue en las tertulias políticas cuando los amigos del pueblo conversaban acerca de las futuras elecciones.- Había un señor que había sido ya dos veces Presidente del Concejo y aunque los jóvenes querían un candidato de recambio, tenían miedo del poder económico y político de aquel personaje; mi abuelo que los alentaba, les decía, ánimo chicos, es cuestión de organizarse porque Uds. son muchos y “cien ratones a un gato, le dan un mal rato”. Además, para tratar de influirlos les decía, -Ud. saben el refrán, “hazte fama y échate a la cama.” – El hombre está tan seguro de su poder, tiene tanta fama de ganador, que no va a hacer campaña mientras tanto, Uds., a trabajar como hormigas, les endilgaba. Los arengaba, – Acuérdense que, “mientras el gato, duerme, los ratones se pasean”. ¡Dejen que él duerma sobre sus laureles y Uds., a trabajar! Esto les gustó a los chicos que lograron armar una campaña donde triunfó su lista de concejales y lograron tener su Presidente de Concejo. Cuando él entraba en campaña, los compañeros de partido, incluso de otros cantones y desde la capital de la provincia, lo iban a consultar pues sabía todas las estratagemas que había que aplicar. -Ja, ja, ja, se reía complacido, cuando lo iban a felicitar por alguna certera indicación, -“Ratón con buen olfato, nunca lo sorprende el gato”, contestaba.-
Mi abuelo pertenecía al Partido Liberal Radical Ecuatoriano y llegó a ser muchas veces Presidente del Concejo de Pasaje.- Don Aurelio, acepte Ud. ser Gobernador de El Oro, le decían sus compadres. -¡No, no mi amigo!, Prefiero ser cabeza de ratón que cola de león.- Aquí soy yo el que mando porque me ha elegido la gente, mi gente.- Como Gobernador, seré simplemente un ilustre empleado del Presidente.
Pero, el dicho que más tarde en comprender su significado fue el que dice: “Gato viejo, ratón tierno.” A que no les suena esto a viejos verdes!!
Por final de este relato, uno de los juegos que más dicha nos daba era el GATO Y EL RATÓN, que jugábamos en el tendal después de recogido el cacao, con todos los niños del lado del pueblo donde estaba la tienda de mis abuelos. A mí me gustaba ser el ratón porque corría rapidísimo y me gustaba que las niñas y niños me protegieran con sus brazos cruzados frente al feroz ataque del niño felino.-
–Ratón Ratón!
-Qué quieres gato ladrón?
-Comerte quiero!
-Cómeme si puedes!
– Estas gordito?
– Hasta la punta del rabito!